jueves, 25 de diciembre de 2008

Breve inciso: una visión crítica de las TIC


La incorporación de las tecnologías de la información y de la comunicación al proceso educativo me parece un reto ineludible si queremos mantener una vinculación necesaria entre la educación formal y el mundo en que vivimos. Ahora bien, creo que esta incorporación debe ser reflexiva y crítica, no fruto de una moda o del seguimiento ciego de una consigna.

Creo que se debe incidir, en primer lugar, en el carácter instrumental de las TIC. Nos referimos a unas herramientas que nos proporcionan una nueva forma de acceder al conocimiento, y ahí, en su validez como instrumentos de trabajo, es donde reside su valor. Dicho de otro modo, no podemos considerar las TIC como un fin en sí, sino como instrumento que nos puede resultar de extrema utilidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Por lo tanto, entiendo que el parámetro con el que deben valorarse los instrumentos concretos (programas, aplicaciones, bases de datos, juegos, etc) no es simplemente su condición de herramienta tecnológica de última generación, sino su capacidad para ser vehículo de transmisión de conocimientos y valores educativos. Me temo que existe una cierta tendencia a sobrevalorar herramientas concretas más por su carácter novedoso que por su validez real en términos educativos. Como se señala en el vídeo que incluye esta entrada, la tecnología no puede sustituir al docente, pero tampoco debe superponerse a aquellos campos de conocimiento a cuyo servicio está.

De lo anterior se sigue la necesaria actitud crítica de los equipos educativos a la hora de decidir qué concretas herramientas tecnológicas incorporan a sus procesos de enseñanza y aprendizaje, y también cómo se incorporan, al servicio del desarrollo de qué competencias, en relación con qué conocimientos y procedimientos y sustentándose en qué valores.

La incorporación de herramientas tecnológicas como técnicas supondrá, en buena medida, una sustitución metodológica que también debe llevarse a cabo reflexivamente. Es decir, los equipos educativos deben considerar si la incorporación de TICs debe implicar necesariamente el abandono de otras formas de acceso al conocimiento empleadas hasta ese momento o si, por el contrario, todas ellas son compatibles y merecen seguir teniendo presencia en el aula. Asimismo, conviene que los propios valores que incorporan las TIC como instrumento sean puestos de manifiesto al alumnado para que éste pueda analizarlos críticamente.

En definitiva, se trata de que la incorporación de las TIC a las enseñanzas formales se produzca de manera no acrítica sino reflexiva, haciendo partícipe de esta reflexión al alumnado, de modo que su incorporación se fundamente en una valoración positiva acerca de su utilidad.

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