miércoles, 24 de diciembre de 2008

Comunidad de aprendizaje y cambio tecnológico


El mundo en que vivimos, especialmente en comparación con nuestro pasado reciente, viene a ser la demostración palpable de la vinculación que existe entre los avances tecnológicos y las transformaciones sociales. En apenas una décadas, el mundo entero y de manera más evidente las sociedades más desarrolladas han experimentado una profunda transformación como consecuencia de la aplicación de innovaciones tecnológicas al campo de la información y de la comunicación.

Es obvio que el mundo de la educación no puede y debe permanecer ajeno al cambio tecnológico. Desde hace años se insiste en la necesidad de incorporar las TIC, tecnologías de la información y de la comunicación, al proceso educativo. Las razones que se fundamenta esta tendencia son claras: las TIC son ya una herramienta esencial de acceso al conocimiento; su presencia en nuestra vida diaria es cada vez mayor, lo que demanda una formación específica para las nuevas generaciones, de modo que puedan hacer un uso completo y consciente de las mismas.

La incorporación de las TIC al proceso educativo conlleva un inevitable cambio organizativo, y ello porque no se traduce en la simple incorporación de una nueva disciplina. Efectivamente, las TIC pueden constituir una nueva materia de estudio, pero su carácter instrumental y su susceptibilidad para ser vehículo de acceso a cualquier campo de conocimiento aconseja una incorporación más compleja. Lo conveniente no es sólo que las TIC se incorporen al currículum como campo de conocimiento sustantivo, sino que cada ámbito de conocimiento de los que ya componen el currículum incorporen las TIC a su método de enseñanza aprendizaje.

De la pluralidad de cambios organizativos que ello implica destaca, en primer lugar, la necesaria adquisición del material tecnológico necesario; principalmente ordenadores, pero también proyectores, pizarras interactivas, etc. Puesto que, en muchos casos, será imposible contar con un equipo por alumno (por ejemplo, ordenador) o, tratándose de herramientas de grupo, de un equipo por aula (por ejemplo, pizarras interactivas), deberá llevarse a cabo un esfuerzo organizativo que permita maximizar el aprovechamiento de la tecnología con que cuenta cada centro. Y no sólo eso, desde cada departamento educativo deberá pensarse la manera de incorporar las nuevas herramientas a la metodología docente de cada materia y de cada profesor.

En suma, la transformación es profunda y con múltiples ramificaciones. Más adelante consideraremos algunas de las posibilidades de este nuevo escenario educativo, sin olvidarnos de que, si la formación de un espíritu crítico es esencial a cualquier proceso educativo, también fenómenos como el que nos ocupan deben ser analizados de manera crítica.

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