sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Es posible una comunidad de aprendizaje internacional?

En el momento actual las nuevas tecnologías están aún en proceso de incorporación a la educación formal, por lo que resulta comprensible que algunos de sus posibles usos no hayan sido explotados totalmente. Es posible que una vez que el capital tecnológico con que cuentan la mayor parte de los centros educativos se haya actualizado y que ello haya sido tomado en consideración desde el punto de vista de la organización de centros, las posibilidades que ofrecen serán exploradas más profundamente, lo que puede terminar afectando a nuestra concepción de lo que es una comunidad de aprendizaje.

Si en la actualidad son frecuentes las experiencias de intercambio cultural entre centros educativos de distintos países, por las cuales el alumnado de cada centro se acerca a la cultura del otro visitando la localidad donde se encuentra, conviviendo con sus familias, aproximándose a sus costumbres y también a sus prácticas educativas, ¿no sería posible hoy complementar este tipo de actividades con un intercambio virtual y un co-aprendizaje a través de las nuevas tecnologías?

Imaginemos una experiencia conjunta entre dos centros educativos de dos países distintos, consistente en el establecimiento de un espacio virtual en común: una página web, un foro, un blog. Este espacio podría ser un punto de encuentro en el que el alumnado de los centros implicados entablase un proceso educativo conjunto, en el que, empezando por lo más obvio, se practicasen los respectivos idiomas, pero también tuviesen cabida otras disciplinas del currículum. No se trataría tan sólo de crear una nueva modalidad de alumnado, más amplia y difusa, sino de invitar a los jóvenes a participar de la función docente, acompañando a sus compañeros del otro centro (y siendo acompañados por ellos) en el proceso de enseñanza-aprendizaje: solventando dudas, corrigiendo errores, proponiendo temas de trabajo conjunto e investigación, explicando conceptos, divulgando facetas del patrimonio cultural propio, etc.

De generalizarse experiencias de este tipo estaríamos ante una transformación de hecho del concepto de comunidad de aprendizaje hacia una realidad más amplia y comprensiva, en la que no sólo tendrían cabida grupos geográficamente distantes y culturalmente diversos, sino que en buena medida se diluirían las diferencias entre docentes y discentes, participando el alumnado de funciones que hasta ese momento le corresponderían en exclusiva a sus profesores. Para que proyectos de esta naturaleza, que mejoren lo que yo apenas he esbozado, sean una realidad es necesaria no sólo una mejora tecnológica de nuestros centros, sino especialmente una sensibilización de los distintos agentes implicados, desde las autoridades educativas encargadas de la organización de centros hasta los distintos claustros educativos y su predisposición para proponer iniciativas novedosas.

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